Sacarina más permisiva: riesgos, beneficios y debate sobre el nuevo límite de consumo

La EFSA elevó la ingesta diaria admisible de sacarina. Conoce la evidencia, riesgos, controversias y su impacto en metabolismo, microbiota y salud a largo plazo.

SEGURIDAD ALIMENTARIAEDULCORANTES

Dianelis Fernández Mena

9/5/20252 min read

Sacarina sobre una mesa, la EFSA ha actualizado beneficios y riesgos de la sacarina
Sacarina sobre una mesa, la EFSA ha actualizado beneficios y riesgos de la sacarina

La sacarina se utiliza como edulcorante en alimentos y bebidas desde hace más de cien años, alcanzando gran popularidad en las décadas de 1960 y 1970 como sustituto del azúcar. Las sales de sacarina son preferidas porque se disuelven mejor en el agua, lo que facilita su incorporación a diferentes productos y potencia su capacidad de endulzar. Como ocurre con todos los aditivos alimentarios, tanto la sacarina como sus sales deben estar claramente etiquetadas en los productos, permitiendo que las personas consumidoras tomen decisiones informadas.

Recientemente, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha actualizado la ingesta diaria admisible (IDA) de la sacarina, elevándola de 5 a 9 mg/kg de peso corporal por día. Esta modificación se sustenta en una revisión científica que determinó que los tumores observados en estudios con ratas no son relevantes para seres humanos, y que la sacarina no daña el ADN ni representa un riesgo cancerígeno significativo.

¿Por qué esta decisión genera inquietud?

Aunque la EFSA asegura que el consumo actual de sacarina está por debajo del nuevo umbral y no implica riesgos, el incremento de la IDA puede transmitir un mensaje contradictorio, especialmente en un contexto donde se recomienda reducir el consumo de edulcorantes no calóricos artificiales. En 2023, la OMS subrayó la importancia de disminuir el uso de estos aditivos, expresando preocupación tanto por los edulcorantes naturales como artificiales, debido a su posible relación con enfermedades no transmisibles.

La decisión de la EFSA podría interpretarse como una normalización del uso excesivo de edulcorantes en productos ultra procesados, ignorando los efectos metabólicos, hormonales y dependientes de la microbiota que aún no se comprenden completamente, y contradiciendo los esfuerzos continuos por fomentar hábitos alimenticios más naturales y sostenibles.

Más allá de la toxicidad: el impacto silencioso

La seguridad toxicológica no es el único aspecto relevante. En adultos mayores, personas en menopausia y quienes presentan desequilibrios hormonales, el consumo crónico de edulcorantes puede alterar la percepción del dulzor, afectar la saciedad y modificar la microbiota intestinal, lo que puede tener repercusiones indirectas en el metabolismo, la salud ósea y vascular.

Si bien el aumento de la IDA de la sacarina puede estar respaldado científicamente, no resulta coherente con un enfoque preventivo, integrador y empoderador de la salud. La cuestión no es únicamente evitar el daño, sino fomentar el verdadero bienestar.

Como análisis enfocado en longevidad y nutrición integradora, propongo:

  • Reducir progresivamente el uso de edulcorantes artificiales en productos destinados a poblaciones vulnerables.

  • Promover la educación sobre el sabor natural de los alimentos, reentrenando el paladar.

  • Desarrollar protocolos personalizados que contemplen la edad, el estado hormonal, la salud digestiva y vascular.